viernes, 6 de enero de 2012

Atrévete a defender tus verdaderos deseos y puntos de vista

Muchas personas han sido educadas para complacer a los demás. Aprendieron a decir que sí la mayor parte del tiempo, a pensar en otros antes que en ellas mismas, especialmente si eran sus familiares, amigos o figuras de autoridad por quienes estaban dispuestos a hacer cuanto fuese necesario para complacerlos y protegerlos. ¿Serás tú una de esas personas quienes con frecuencia dicen frases como “no hay problema, nos encontramos donde tú quieras”, “escojan la película que les guste, a mí me da igual”, “está bien, yo te recojo a las seis en punto”, “tranquilo, vete que yo me hago cargo”..?

Si tu respuesta es sí, tal vez, tienes problemas para decir “no” y para establecer ciertos límites, sin sentirte culpable. Podrías tener miedo de perder el cariño de algunas personas, entonces te dedicas a complacerlas para que te quieran y te acepten a su lado. O tal vez necesitas ser aceptado y entonces vives en función de otros ignorando, muchas veces, tus verdaderos deseos y necesidades. En otros casos prevalece el creerse responsable de ayudar y apoyar a los demás en todo momento, aun cuando esto te lleve a olvidarte de ti…

En estos casos es posible que no hayas practicado suficiente el arte de decir “no”.

No hay ningún problema de decir Si, aunque no parece viable que lo digas siempre, el problema se establece cuando en lugar de decir “no”, dices “sí,” en otras palabras te sientes arrepentido y molesto con la persona, con la situación o contigo mismo por ceder una vez más, a pesar de que tu decisión era decir “no”.

Realmente lo puedes considerar una falta de respeto a ti mismo, y tienes una alta probabilidad de que los otros traten de conseguir de ti todo aquello que necesitan o desean, ejerciendo un poco de manipulación, conociendo tu sensibilidad, gran responsabilidad o debilidad.

Atrévete a defender tus verdaderos deseos y puntos de vista, fortalece tu autoestima, aprende a decir “no” y a establecer ciertos límites, sin quedar o sentirte mal con los otros. No se trata de ser insensible a las necesidades y a los deseos de las demás personas, se trata, más bien, de aprender a pensar más en ti mismo sin desmejorar tu otredad.

Saber poner límites a tiempo, a quien corresponde y en su justa medida es gran un “arte”.

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